miércoles, 24 de junio de 2009

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Como sugerencia de Odiseo

3 comentarios:

  1. Yo la prefiero en color,es mas envolvente.
    saludos.

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  2. Hombre, muchas gracias por hacer caso a mi sugerencia hasta el punto de publicar una nueva versión.

    Pues me vas a odiar, pero creo que la prefiero en color. O, por lo menos, oscureciendo un poco la pared del fondo y aumentando los contrastes con curvas para resaltar las texturas. Aunque con este birrioso monitor no se puede juzgar.

    Lo siento

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  3. Maravillosa foto. Quizá te pueda interesar.


    Treinta y siete minutos en el atasco-Novela
    Autora: Macarena Márquez – historiadora
    Editorial: Hera Ediciones
    Casa del Libro
    El Corte Inglés

    A 25 años del incendio de una emblemática discoteca: ALCALA 20, la presente novela tiene este hecho histórico como contexto y el urbanismo de la arteria de una gran ciudad – en este caso la calle Alcalá en su tramo más universal - como único paisaje. Aquella madrugada del 17 de Diciembre de 1.983 perdieron la vida 82 personas. Pero lo más importante de esta novela no son ya los que se fueron en este incendio o en cualquier otro incendio, en cualquier otro suceso, atentado terrorista o accidente, incluso epidemia o brutal enfermedad, sino los que se quedaron, los que se quedan, todos aquellos que vieron trastocada entonces, o ahora, la lógica y apacible sucesión de sus días. Para quienes después de perder ya nada será lo mismo.

    En este sentido es un canto a la vida y a la normalidad, a los atascos, al bullicio, a la prisa, a la monotonía de un día cualquiera sin avatares que trastornen la maravilla de lo cotidiano. Al gentío y a la algarabía de la gran ciudad en un día y hora cualquiera. En un sentido más profundo, el hecho histórico es un punto de partida para reflexionar acerca del sentido de la vida, de lo que hoy tenemos y mañana careceremos. De cuantos hoy están y mañana partirán. De lo que hoy somos y mañana dejaremos de ser. De lo que ahora mismo sentimos y en unas horas podremos llegar a no sentir. También de los sentimientos abortados. De las historias inconclusas por pequeñas que sean. Por todo ello rinde homenaje a todos cuantos se fueron en éste o en otro lugar en cualquier tiempo o circunstancia. Pero sobre todo rinde tributo a cuantos se han quedado y se quedan, y en tanto en cuanto todos alguna vez perdemos, un homenaje a la humanidad viviente. A los que nos quedamos. A la vida.

    La novela se desarrolla en un tempo literario a la medida del hombre de hoy, pues transcurren apenas treinta y siete minutos desde que comienza hasta que acaba. Durante ese escaso tiempo, tres personas relacionadas con el incendio confluyen en un autobús y en un atasco en la arteria principal de la ciudad. Es el día 17 de diciembre de 2.008. Hace 25 años de aquella fría madrugada. Al igual que entonces y como sucede en cualquier urbe del mundo, acaban de dar las vacaciones universitarias. El centro urbano, con toda su maraña de calles, se encuentra en plena ebullición. Los escaparates reclaman. La ciudad suena. Resuena. Se mueve. Nuestros tres protagonistas, a los que separan centímetros escasos en un autobús atestado de gente, no saben la relación que guardan entre sí, manteniendo durante todo el desarrollo de la trama la tensión sobre lo que sucedió y lo que puede suceder. La acción acaba en el archiconocido y archifotografiado escaparate de la CASA DEL LIBRO, en la Gran Vía madrileña. Tan sólo han pasado treinta y siete minutos desde que comenzó la novela.

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